martes, 13 de abril de 2010
testimonios del libro la cura en un minuto a todas las enfermedades
Autor: Manuel Rodríguez A medida que se incrementan los años que se llevan a cuestas, se va asignando prioridad creciente a la salud, aunque, la verdad sea dicha, mientras se siente uno “razonablemente” bien, no tomamos las medidas posibles para cuidar esa bendición. A fines del 2008 “pesqué” un virus que me provocó temperatura elevada una semana. Los médicos que me atendieron no precisaron cuál fue el virus. Por varias semanas, padecí una combinación de falta de energía, entusiasmo y apetito que hasta ese momento no había experimentado. Gracias a Dios empiezo el año “reseteado” y con varios kilos de menos, que espero no recuperar. El tratamiento que me prescribieron por dos meses (me falta uno) incluye una dieta rigurosa que estoy siguiendo, como debe ser, con absoluta disciplina. El resultado, hoy, es que empiezo a percibirme muy bien de salud, como desintoxicado (¿?), sensación que hace tiempo no apreciaba o no tenía la sensibilidad para detectar. Menciono lo anterior porque en diciembre pasado, me ocurrieron – para variar – algunas “casualidades” relacionadas con la salud. Martin Gardner, novelista, dijo: “Desde los comienzos de la historia, insólitas coincidencias han venido reforzando la convicción de que la vida está sujeta al influjo de fuerzas ocultas. Los acontecimientos que parecen violar milagrosamente las leyes de la probabilidad, han sido atribuidos a la voluntad de dioses o demonios, de Dios o de Satán.". Comento un par de ellas para no abrumar. 1. Por un medio confiable recibí la recomendación del e-book: “The One-Minute Cure: The Secret to Healing Virtually All Diseases” de Madison Cavanaugh. Lo adquirí y leí de inmediato.
3. Madison Cavanaugh hace un análisis interesante de cómo se ha desarrollado la medicina desde la Edad Media: Algunas “autoridades” decretan enfermedades y cómo atenderlas. Para ejemplificar los enfoques limitados / incompletos de algunos galenos, se refiere al cuento de los seis ciegos y el elefante, en el que cada ciego toca una parte diferente del elefante y “dictaminan” que es una: pared, serpiente, lanza, árbol, cuerda, ventilador. El libro, que contiene información que todos debíamos conocer, informa que: Las enfermedades son, como todos sabemos, un negocio multibillonario. Por esa razón, la industria farmacéutica es la menos interesada en que se conozca la panacea que expone el libro y hace lo posible por bloquear su difusión.
Investigué cómo obtener el peróxido de hidrogeno, que debe ser para consumo humano, pero sólo he localizado proveedores en los EUA que no lo exportan fuera de ese país. En México lo producen sólo para consumo industrial. Alguna alternativa surgirá para obtenerlo. En “The Presence Process”, Michael Brown, sudafricano, hace comentarios muy escuetos sobre cómo llegó a descubrir / concretar el Proceso. En 1987 se le desarrolló una enfermedad neurológica (síndrome de Horton) que le provocaba dolor intolerable. Los médicos le dijeron que no conocían la causa de esa enfermedad ni cómo curarla y que era candidato potencial a la heroína, a la morfina y al suicidio. Ante esta situación, inició una odisea de nueve años para curarse a sí mismo. Intentó todas las modalidades de medicina espiritual y alternativa. Empezó a vislumbrar las posibilidades de la conciencia del momento presente con un médico Yaqui (¿Se acuerdan del brujo Don Juan y de Carlos Castaneda?).Tomó te de peyote, la más alcalina de las substancias, que lo hizo estar 100% consciente del momento de ahora, pero momentáneamente. Decidió entonces que debía encontrar un camino que pudiera seguir cualquier persona, independientemente de sus circunstancias personales. Tenía que ser resultado de trabajar “desde dentro” y no depender de condiciones externas, medicinas, ceremonias, ritos y rituales, tal como lo hizo él. Hasta ahora he leído la mitad del libro, enfocado a tomar conciencia de a qué se va uno a enfrentar, qué tiene que aportar y las maravillas que puede lograr… siempre y cuando cumpla con su parte. En breve iniciaré el “camino” de los 77 días (o más) que demanda el Proceso. La coincidencia entre los dos libros es la trascendencia de la oxigenación y cómo lograrla, aunque el Proceso de la Presencia ofrece muchísimo más que la oxigenación. El libro de Michael Brown me ha sido tremendamente impactante. Para mí, es el mejor libro que he leído, de muchísimos, sobre desarrollo personal. A diferencia de casi todo lo que he estudiado en la materia, plantea cómo llegar a resultados que, a mi entender, son el logro excelso de, entre otras cosas: meditar, vivir realmente el momento de ahora y psicoanálisis… Esa es la buena noticia. La mala es que hay que pagar el precio aplicando las cualidades destacadas que todos los humanos tenemos hacia la posibilidad de desplegar: disciplina, perseverancia, voluntad férrea, gran fe y sobreponerse al ego / mente. Hace unos días conversaba con mi hija sobre esta realidad, no fácil de aceptar. Cuando estamos convencidos de que algo es muy bueno o que aporta grandes beneficios, a veces insistimos a otras personas para que lo hagan o lo practiquen. Sabiamente Silvia se dio cuenta que las cosas extraordinarias, las mejores, no son apreciadas por todo mundo. Que, en muchos casos, los más, es inútil tratar de transmitirles los beneficios que pueden lograr. De ahí la famosa frase iniciática: "Cuando el discípulo está listo, el Maestro aparece”. “La iniciación no es otra cosa que un umbral, el comienzo de un camino. Iniciar una acción. Emprender un desafío de crecimiento, una nueva etapa. En primer lugar el discípulo debe haber adquirido ciertos atributos, entre los que destacan su humildad, su inocencia y su voluntad. Su amor universal e incondicional, su apertura y disposición. Ha de haber vencido en gran parte sus pasiones, sus vicios, su ego, su codicia, envidia, avaricia, intolerancia, impaciencia, miedo, rencor. ¡Ardua tarea!, pero el minero no trabaja menos en busca de las piedras y minerales preciosos. Estas llaves (cuando el discípulo está listo) abrirán entonces el camino del Maestro, que muchos equivocadamente buscan afuera, en lo externo; o, simplemente, intentan encontrar en otra persona. 3-abr-09 |
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MANUEL RODRÍGUEZ
rodriguez@talentomexico.com




